Date of release: 24 September, 2012 (Septiembre 24, 2012)
Predictors of postmenopausal dyspareunia
Introduction
Predictores de dispareunia postmenopáusica
Kao y colegas [1] recientemente han informado sobre la extensión por la que los niveles de estrógenos y progesterona, la atrofia vulvovaginal, los factores cognitivo-emocionales y el ajuste diádico son predictivos de la intensidad de la dispareunia posmenopáusica. Este estudio se realizó en una muestra final de 182 mujeres posmenopáusicas de 45–78 años tamizadas a través de una entrevista telefónica y que recibieron una remuneración para someterse a una entrevista estructurada sobre su estatus socio-demográfico así como su historia clínica y de dolor, examen ginecológico, la evaluación citológica, una toma de muestra de sangre, y para responder a una serie de cuestionarios de auto-reporte para medir la experiencia del dolor, estado de ánimo (ansiedad y depresión) y el ajuste de la relación y satisfacción. Se incluyeron tanto mujeres postmenopáusicas naturales (n = 153) como quirúrgicas (n = 29), así como aquellas que utilizaban diferentes formas de terapia hormonal. Los niveles hormonales no fueron encontrados de ser predictores consistentes de la intensidad del dolor. El valor de maduración y las variables cognitivo-emocionales (por ej, catastrofización, depresión, ansiedad) fueron predictores significativos de dolor vestibular, que afectó a más del 90% de las mujeres. Las variables de ajuste conyugal se asociaron inversamente con la severidad del dolor en varios lugares genitales. Los autores concluyeron que la conceptualización tradicional de la dispareunia posmenopáusica ligada a la atrofia vulvovaginal y el hipoestogenismo es un modelo explicativo insuficiente, y que el dolor también se ve influido por factores cognitivos, afectivos y diádicos.
Comment
Comentario
No hay duda de que el hipoestrogenismo no es el único factor determinante de síntomas relacionados con la atrofia vulvovaginal. De hecho, muchos otros factores biológicos desempeñan un rol como el hipoandrogenismo, la paridad, el tabaquismo, el uso de drogas y la frecuencia de la actividad coital [2]. Además, no es nueva la idea de que varios problemas intra- e interpersonales también pueden afectar la calidad de las relaciones que son sumamente importantes para la expresión de sentimientos y comportamientos sexuales [3]. Sin embargo, la terapia con estrógeno, entregado tanto a nivel local como sistémica, es el estándar de oro para el tratamiento de la atrofia vulvovaginal [4] con una mejora significativa en la salud sexual [5]. Kao y colegas [1] diseñaron un estudio en el que cerca de un cuarto de las mujeres informaron dispareunia antes de la menopausia, lo que sugiere que el dolor sexual procedía a los cambios del entorno hormonal. Además, la dosis indetectable de estradiol y los niveles muy bajos de progesterona en la posmenopausia podrían ser responsables por la falta de correlación con atrofia vaginal encontrada por los autores. Se ha demostrado previamente que las variables hormonales y algunas psicológicas son relevantes para la función sexual en mujeres sintomáticas durante la transición de la menopausia y en la menopausia temprana, pero su función difiere con la etapa específica del envejecimiento reproductivo [6]. Por lo tanto, analizar una muestra de mujeres posmenopáusicas recientes junto a mujeres muy mayores que han tenido deficiencia de estrógenos durante muchos años podría no ser el enfoque correcto para probar la idea de que la dispareunia no es dependiente de estrógeno en las mujeres posmenopáusicas. De hecho, el impacto de los factores emocionales y de las relaciones está presente durante toda la vida reproductiva, y los trastornos sexuales vinculados al dolor son muy a menudo el resultado de una deficiencia multidimensional, independiente de la etapa reproductiva [7]. Además, el posible rol de los andrógenos en la respuesta sexual femenina, no sólo en modular el deseo sexual, sino también en afectar el tejido vulvovaginal, ha sido pasado por alto por los autores y merece más atención [8]. En conclusión, a pesar de que los resultados del estudio realizado por Kao y colaboradores [1] señalan la necesidad de una visión integrada de la función sexual en la menopausia y la importancia de la relación de la pareja en el tratamiento del dolor sexual, se necesita de más estudios bien diseñados antes de minimizar el rol del tratamiento con estrógenos para el bienestar sexual a lo largo de la menopausia y más allá.
References